lunes, 30 de junio de 2008

Peregrinación a Lourdes


Y llegó el viernes. A las 8 emprediamos los dos autobuses la peregrinación. Eramos más de ochenta personas de Alfarrasí, Montaverner, Bellús, L'Ollería,... El camino era largo. Después de pasar por L'Ollería nos adentramos en las autopistas. Una mala noticia consternó a los peregrinos. Una joven madre, natural de Madrid y vecina de Alfarrasí, acababa de fallecer en la via rapida L'Ollería-Gandía. La noche avanzó, detuviéndonos a cenar en la AP 7. Dejando esta nos adentramos hacia el Valle de Aran, atravesando el nuevo e impresioante tunel, puerta de entrada a este lugar de los Pirineos. La Frontera, Francia. Había amanecido. Última parada y Lourdes. Allí dejamos las maletas y desayunamos, encontrándonos con paisanos de quien escribe, alcudianos y con la nieta del ilustre alfarrasinero, el Dr. Borrás. Lourdes era por unos días Valencia, gracias a la Hospitalidad los más de 1500 peregrinos y enfermos.

A las 9 era la misa en la gruta y allí fuimos. Primer encuentro con D. Enrique Benavent, obispo auxiliar de Valencia, mejor dicho, reencuentro para quienes disfrutaron de su presencia durante la Semana Santa y quienes son de la "seua terreta", la Vall d'Albaida. Con D. Luis Peiró, Párroco de María Madre de la Iglesia, entré en la sacristía, donde se encontraban muchos sacerdotes valencianos. Y comenzó la misa cantada por la Escolanía.

Momento de reencuentro, silencio. Tengo la fortuna de estar delante de la Virgen de Lourdes. El corazón muchas veces expresa con el silencio y la mirada lo que siente. Y allí se siente la preencia de María, callada y silenciosa, la mirada profunda de la Madre que mira. Es un momento de silencio e intimidad, de decirle a María: gracias. De llenarse de la luz que irradia la cueva, del agua cristalina que brota de la fuente, sacia la sed y alivia el cansancio, fruto de un año intenso de vida parroquial, de muchas horas de trabajo, muchas ilusiones y también momentos duros y amargos, fracasos y contratiempos. María está allí, espera. La cueva representa la propia vida, es la profundidad del corazón que se abre a los demás y en ese corazón María. Sentía que ella estaba allí y a la vez sentía su presencia en Colata. Es la Madre callada, la Madre que ama y acompaña a los enfermos presentes en la explanada. Y entre ellos, Manolo.

Bien merece que le recuerde en este post.

Manolo es una persona muy especial. Es granadino de pura cepa, de Belerda, las cuevas de Guadix. Se vino a Vilareal y de Vilareal a Riba-roja, él y su mujer, Nati, compañera inseparable, la Verónica que limpia el rostro de este Cristo vivo. Montó la tienda y ayudó todo lo que pudo a su amigo, el Padre Manuel Batalla, dominico en Centro América.

Pero la vida de Manolo cambió un día. Cuando le conocí ya comenzaba a sufrir la enfermedad. Una terrible enfermedad degenerativa. Por entonces, allá por 1995, pasaba el tiempo sentado en una silla. Nati se iba a la tienda a trabajar. Manolo se quedaba en casa, junto al teléfono, la tele y una maquina de escribir. Sólo podía mover una mano. Manolo comenzó a escribir unas cartas, las titulo Cartas desde el Paraíso. Porque cuando uno no tiene a Dios la enfermedad le lleva a escribir cartas desde el infierno, pero cuando se llena de un gran amor a Cristo y le siente cerca, el infierno se transforma en Paraíso. Primero él por su cuenta y después Edicep publicaron su libro, que fue presentado por el obispo auxiliar D. Jesús Catalá.

Manolo pasaba horas allí y todos los meses en la Adoración Nocturna. ¡Cuantas horas ante el Santísimo! Comenzaba la procesión del Cristo. Manolo no podía ir. Se quedaba solo ante el Sagrario y rezaba.

El tiempo pasó, subió al campamento en 1996, nos dio un ejemplo de vida. Pero Manolo fue apagándose hasta quedar postrado en la cama, comunicándose con los demás con los ojos y los párparos. Miguel se caso, quien escribe presidió la boda en San José de la Pobla de Vallbona. Después ha tenido un nieto. Y siempre Nati allí. Cuidando de él, no separándose de su esposo.

Me encontraba en la misa, me giré y sorpresa. Estaban allí, Manolo y Nati. Una gran alegría como os podéis imaginar. También cerca los hermanos del Centro de Acogida S. Francisco de Asís de Palma de Gandía, ah y mis ribarrojenses. ¡Qué alegría vernos de nuevo! Sí, el tiempo pasa pero con la gente de Riba-roja cada vez que les veo es como si no me hubiera ido. Lo dijo muy bien expresado D. Salvador Silvestre: "José Andrés quiere a Riba-roja y Riba-roja quiere a José Andrés". Nueve años marcan y la verdad, nos queremos.

La homilía del Obispo de Ciudad Real muy bien, cercana, coloquial, llegaba. Terminó la misa con la Patria Valenciana que concluyó en la sacristía, ante la admiració de los sacerdotes de otras diócesis (La Rioja, Madrid, Castellón,...) y es que para un valenciano hay dos himnos con los que vibra: la Patria Valenciana y el Himno Regional.

Terminada la misa via crucis. Impresiona las imágenes y el lugar. A mis peregrinos se unieron riba-rojenses. Juntos como una cadena iban pasando por las estaciones. Delante tortosinos, más adelante alemanes,... Todos siguiendo las estaciones.

Y, después de conseguir la tarjeta del peregrino a comer. Esperaba comida mala, para quien en eso es muy patriótico y como el jamón, la tortilla española y el embutido, nada. Pero no, buena la comida. No es española, pero tampoco estaba mal. Sólo que a las 12 a quien le apetece comer. Es salir de España y estar todos locos, ¿a quién se le ocurre desayunar a las 7, comer a las 12 y cenar a las 7?

Llegó el momento más especial. Me acerqué a la gruta, pasé por delante. Como no, hice las fotos correspondientes y recé. Pero el cansancio de una noche sin dormir pudo sobre mi cuerpo. Siesta. A las 5.30 levantarse. Compra de regalos y a recorrer Lourdes.

Por suerte la Providencia me acompañó. Nos encontramos con los vicarios episcopales de la V y la III, D. Juan José Llorens y D. José Calza. Éste último había sido arcipreste mío y un buen amigo. Una maravilla. Comenzaron indicándonos el camino y D. Juan José acabó de guía, explicándonos no sólo los lugares sino el sentido profundo de cada uno de ellos. Desde aquí muchísimas gracias por lo que hiciste y sobre todo por tus comentarios que ayudaron a más de uno y una a cambiar el chip, de turista a peregrino. Muy bueno. Visitamos el molino, la casa de Bernardet, el Cachot, donde ella vivió en tiempo de las apariciones. Allí nos mostró como María había escogido a la más pobre. Igual que Dios había escogido de Nazaret a la más pobre y humilde, 1858 años María escogió a la muchacha más pobre. En este lugar nos encontramos con D. Enrique Benavent y D. Enrique Cerdá, sacerdote de mi pueblo de origen y ahora capellán de hospital. Juntos, ¡menudo privilegio! entramos en la Iglesia Parroquial, donde veneramos la pila bautismal en la que fue bautizada Bernardette y con nuestro pastor recitamos el Credo. Una maravilla. Moscardó, apunto. Foto de grupo con ellos. Gracias Enrique por tu amistad, por estar siempre ahí como el pastor solícito, siempre disponible para las ovejas.

Y al Hotel a cenar. Después nos incorporamos a la impresionante Procesión de las Antorchas, con nuestra Señera. Cientos y cientos de personas. Concluída ésta, reencuentro con buenos amigos y a casa a dormir.

Al día siguiente, rapidito subimos al autobús. Eran las 7. Camino hacia Alfarrasí, con parada en El Pilar y a descansar.

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